Hace
quince minutos que la estoy mirando, podría decir también que hace
media hora o tres cuartos de hora o una hora o media vida, nunca
calculo bien el tiempo mientras miro. La duración de una mirada no
se mide con un reloj.
Comienzo
a pensar en las miradas de las demás personas que están en el
lugar, me pregunto si se fijarán en mí y si por mi manera de mirar
se habrán dado cuenta de que soy un personaje, sólo un personaje de
ficción que mira de forma casi obsesiva a la mujer de la otra mesa que
insiste en permanecer de espaldas.
La
mesera no deja de sonreírme mientras le pido un cortado, tengo ganas
de preguntarle si su risa es por un chiste que le contaron esta tarde y recién
ahora entendió o es parte de su contrato el mostrar sus dientes a
la clientela.
Cuando
la miro el tiempo va hacia otro lado, se escapa, se retoba, se cierra
atrás como equipo que quiere cuidar el resultado y no quiere
avanzar. Vuelve la mesera con su insoportable sonrisa, quizás le
paso algo divertidísimo en el viaje desde la barra hasta aquí.
Hace
mas de quince minutos que estoy mirándola y sigue de espaldas, bebe
minuciosamente y seguramente tiene la mirada perdida, como recordando o
no pudiendo dejar de hacerlo... es posible que haya venido a olvidar,
como yo, no es que piense que se pueda olvidar así nomás, en
realidad vine a recordar bajo protesta.
Norma
tenía tantas cosas parecidas a mí y yo encantado con esas
coincidencias comencé a rechazar todo lo que hacía o decía sin que
yo lo compartiera, le dije bien en la cara que era una egoísta,
porque no pensaba solamente en mí...En sus ojos había un presagio
que puede descifrar justo cuando se cumplió.
Norma
vivía apurada por llegar -a donde ? - tenía mucho miedo a quedarse
sola, haciendo todo lo necesario para estarlo, creo que eso fue lo
primero que nos unió.
Hace
más de media hora que la estoy mirando, veo formarse con su
transpiración mares en su cuello; con mis ojos hago fuerza para que
se de vuelta y lo único que consiguió es que todos giren sus
cabezas y me miren entre sorprendidos y ofuscados mientras ella,
ajena, sigue de espaldas y probablemente tratando de olvidar, como
yo.
Norma
tenía mucho miedo a quedarse sola aunque ese era su lugar de lucha.
En sus ojos había un presagio que se cumplió.
Hace
más de tres cuartos de hora que la estoy mirando y aprendí de
memoria sus movimientos, que los cumple siguiendo un riguroso ciclo,
si la música estuviera más baja podría escuchar el sonido de su
respiración.
En
el esfuerzo por olvidar recuerdo los detalles más nimios que nunca
pensé que podía recordar, camperas, gestos, colectivos, caminatas y
cada parte de su rostro, surcos, lunares y el recorrido de sus
lágrimas cuando repetía situaciones y derrotas como si lo
disfrutara.
Hace
más de media vida que la estoy mirando y todavía no termine de
inventar su rostro únicamente la pude imaginar pensando algo
terrible y luego ver sus intentos para que eso no suceda en la realidad.
Miro mi cortado y no tengo ganas de terminarlo revuelo los miedos que
la gobernaban - y seguramente la siguen gobernado- a Norma y no sé
si la mujer de la otra mesa está dándome la espalda o está de
frente a algo que no logro entender...
Entran
dos policías y piden documentos, el "por favor" con el que
terminan la frase esta dicho con el tono poco amable,
yo les di mi carnet de "Personaje
de ficción literaria" lo
miran lo dan vuelta y me lo devuelven, los personajes no somos bien
vistos, hoy en el lugar de estar tratando inútilmente de olvidar
tendría que estar trabajando en alguna novela, pero no está nada
fácil el conseguir trabajo, tengo un proyecto de de tener un papel
en una novela sobre un jugador de fútbol que fue vendido a los cinco
años a Tanzania y llegó a jugar en la selección de ese país, no
creo que sea un éxito pero algo es algo, igual yo no me desespero
,ni tampoco me desvivo por trabajar en el exterior; un amigo mío
acepto participar en un libro de S. King, pobre no sabe que lo
espera una muerte segura.
La
mujer parece no tener documentación encima, los policías le dicen
que los tienen que acompañar sin pensarlo salto de la silla y
golpeo a una de ellos que tambalea pero no cae, el otro intenta sacar
su revolver me tiro sobre el y lo desarmo, el primero me agarra por
atrás del pelo y me apunta en la cabeza, desde esa posición puedo
ver como su compañero se lleva a la mujer de espalda a mí, les pregunté porque no me arrestaban, con la ilusión de estar en el
mismo patrullero y descubrí el presagio que seguramente escondían
esos ojos; " a nadie le importa los personajes"- me
contestaron los guardianes del orden.
Pago
y la mesera se sigue sonriendo, algunos me dijeron que la vida les
sonríe (así como la mesera) .
Salgo
y no sólo no olvidé a Norma, ahora sumo recuerdos que acabo de
sembrar...
Hace
quince minutos que estoy esperando el colectivo, podría decir que
media hora o tres cuartos de hora o media vida, nunca calculo bien el
tiempo cuando espero.
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